La tecnología en el fútbol

La polémica jugada ocurrida en el encuentro de la pasada semana entre el Betis y el Barcelona ha vuelto a poner sobre la mesa el tema del uso de la tecnología en nuestro fútbol. La cuestión no es baladí, puesto que la decisión de si una determinada jugada es gol o no, o una determinada entrada es merecedora de expulsión o no, puede provocar que el resultado de un determinado partido cambie por completo, con la incidencia que ello tiene, no sólo en la competición, sino, y sobre todo, en la proyección económica de ese resultado.

El fútbol profesional tiene mucho más ya de negocio que de deporte, por lo que es completamente lógico que los dirigentes de los clubes y de la propia LFP estén convencidos de la necesidad de usar la tecnología en los partidos para, con ello, minimizar los efectos de un componente aleatorio y subjetivo existente en todos los partidos –la interpretación que realizan los árbitros de las jugadas- que incide directamente en la rentabilidad de su inversión.

Sin embargo, resulta llamativo que, en nuestra Liga, los principales protagonistas del negocio (los futbolistas y los entrenadores) se han mostrado contrarios a esta evolución tecnológica, circunstancia que evidencia y demuestra que, para ellos, el fútbol profesional continúa teniendo más de deporte que de negocio. Al final, con casi toda seguridad, se implantará la tecnología, como sucede ya en todo el Viejo Continente, y los aficionados, nos guste o no, tendremos que acostumbrarnos a que, en ocasiones, el señor del video (VAR, dentro del Programa de Calidad de la FIFA) nos comunique si podemos celebrar o no el gol de nuestro equipo. La revolución tecnológica ha llegado ya a todos los ámbitos de la vida, y el fútbol no podía ser una excepción.

 

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